jueves, 15 de abril de 2010

Puedes ver, mas no tocar, la vida

“El ocio es un derecho humano” Tary. Cotes. En una sociedad fundamentada en el trabajo, como la nuestra, el ocio es el espacio donde se recuperan las fuerzas para volver a la labor e inclusive aumentar la productividad. Para la salud física y emocional las y los seres humanos necesitan un espacio de recreación. El tiempo invertido en ocio esta relacionado con la generación de mayor calidad de vida, de bienestar, de mejores seres humanos. Dentro de las normas de prevención en salud se encuentra el esparcimiento, los juegos al aire libre, el compartir con otros y otras, el ser valorado en una comunidad, de iguales y diferentes. Para muchas enfermedades el ocio ha demostrado ser un excelente antídoto, entre ellas el asma bronquial, la depresión, la obesidad, además de dolencias inducidas por una disminución del sistema inmunológico.

Los parques públicos cumplen la función preventiva del hospital psiquiátrico. Las autoridades se han empeñado en amurallar los exiguos parques públicos de nuestra ciudad. Para citar ejemplos irrevocables, el Parque Independencia, anterior lugar de recreo, donde se reunían intelectuales a filosofar, donde se realizaban peñas, donde niños y niñas correteaban mientras jóvenes se miraban por la rabadilla del ojo, y quizás algo más. Lugar donde jóvenes exhibían sus encantos, mientras limpiabotas lustraban los zapatos de hombres que leían o fingían hacerlo. Después de amurallado, no juegan niños, la juventud no modela por sus pasadizos. Con el supuesto de que “restan al embellecimiento del parque”, la Policía ha prohibido la entrada a los limpiabotas, y cada día menos personas lo visitan, sólo los ancianos rehúsan ceder su vida, su banco en “El Parque”.

El parque Juan Pablo II de la zona Oriental ha sufrido similar metamorfosis. Ha dejado de ser un espacio de recreación de la zona más poblada del país, para convertirse en un escaparate, una vitrina, donde en medio de un ajetreado tráfico, con el ridículo espacio de la acera como área de circulación, puedes ver, mas no tocar, la vida. Han convertido el parque de ocio, en un lugar bonito, en un mural.

El parque Duarte de la Zona Colonial es todavía un espacio para interactuar, compartir, jugar, vernos en otros y otras, sean estos homosexuales, lesbianas o heterosexuales. Todas y todas somos iguales ante dios, ¿o no? Las y los dominicanos exigimos nuestros espacios públicos para ejercer el derecho a la vida. Los espacios de ocio no son incubadoras de vicios, me acerco a pensarlo como válvulas de escape a la presión de la inequidad. La mezquindad esta en otro lugar.