¿Cómo es posible que una institución que debe promover el amor, la gente le tenga miedo? A. Pichardo. Eliminar a los delincuentes no es una solución cristiana; es cierto que son cada vez son más agresivos mejor equipados, y están en todos los grupos sociales. La pobreza no es sinónimo de delincuencia, sí de alienación.
La crisis económica mundial, los precios del petróleo y la caída en el envío de remesas mantienen a la mitad de nuestra población viviendo en niveles de pobreza, asegura la Comisión Económica para América Latina (Cepal). Según la Secretaría de Economía, el 11.8 por ciento de la población vive en condiciones de indigencia, es decir, no tiene ingresos suficientes para cubrir una canasta mínima de alimentos. Junto a Colombia y Guatemala compartimos el infortunio de ser los únicos tres países dónde la desigualdad aumentó en el período 2002 al 2008.
En nuestro país llegamos a 10 millones de habitantes, con casi 5 millones de personas viviendo por debajo de la línea de pobreza. El desempleo es desastroso, los índices de salud son inadmisibles. Llevamos la vanguardia en analfabetismo, junto a Honduras y Bolivia, países muy por debajo de nuestros niveles de ingresos. Es oportuno citar que el 40 por ciento de los hogares más pobres apenas percibe el 11.5 por ciento del ingreso nacional, con lo que el país queda dentro de los peores situados en distribución de riqueza, junto a Bolivia y Honduras. Como contraparte, el 10 por ciento de la población, los más ricos, perciben el 34.8 por ciento del ingreso total, de acuerdo a las estadísticas de la Cepal. Dentro de la pobreza, la mujer, ocupa el lugar protagónico, las mujeres son las más pobres dentro de la pobreza. El logro de la equidad de género es la mejor arma contra la pobreza afirmó el vicepresidente de la República.
Con cerrar los sitios de diversión de los pobres no se ataca la delincuencia, con asesinarlos en intercambio de disparos tampoco. Muchos países han derogado la pena de muerte por considerarla inútil e inmoral. Para disminuir la delincuencia es necesario abolir la falta de castigo, la impunidad. La denuncia es su mejor antídoto. Establecer que si fuésemos menos los bienes darían para mantener a más personas, es una hipótesis fallida y contrario a la ética más elemental La tierra da para mantenernos a todos y todas, pero el capital nacional disponible está en unas cuantas manos, está mal repartido.