jueves, 27 de agosto de 2009

Más temprano que tarde, el sol saldrá para todas

“Quién dijo que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón…” (Fito Páez)

Gracias a la lucha de las mujeres que nos han antecedido, las dominicanas gozamos hoy de derechos, privilegios antes exclusivos del macho masculino varón, vetados para las féminas. A partir del 1942 las mujeres tienen derecho al sufragio, capacidad para votar y ser votadas. Basadas en la equidad las mujeres establecieron en el 2000 la cuota del 33 por ciento de las candidaturas legislativas y municipales. Falta camino por andar para lograr la equidad.

Los derechos sexuales y reproductivos nos llegaron por moda, nuestros Estados firman acuerdos internacionales que no están dispuestos a cumplir. A pesar del sesgo, las mujeres con recursos económicos pueden decidir cuantos y cuando tener sus descendientes, un derecho humano.

Algo tan simple como el derecho a poseer la tierra, a través de la compra o heredada, se logró gracias a muchas demandas. A pesar de los obstáculos del sistema, las mujeres han defendido su derecho a poseer el campo que por siglos han hecho parir.

Las mujeres dominicanas fecundizan la tierra, fertilizan los sueños con sangre. Más temprano que tarde, el sol saldrá para todas.

Como un ejemplo de cómo la mujer dominicana se rebela a la opresión y lucha por sus derechos, quiero compartir un fragmento del poema “Estación aquí en la tierra” (1955) de nuestra Aída Cartagena Portalatín:

No creo que yo esté aquí demás.

Aquí hace falta una mujer, y esa mujer soy yo.

No regreso hecha llanto.

No quiero conciliarme

con los hechos extraños.

Antiguamente tuve la inútil velada de levantar las tejas

para aplaudir los párrafos de la experiencia ajena.

Antiguamente no había despertado.

No era necesario despertar.

Sin embargo, he despertado de espaldas a tus discursos,

definitivamente de frente a la verídica, sencilla y clara

necesidad de ir a mi encuentro.

Ahora puedo negarte. Retirarte mi voto.